Un reciente estudio liderado en Colombia por el investigador Patricio López-Jaramillo, director científico del Instituto de Investigación MASIRA de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Santander; encontró evidencia de que los síntomas depresivos podrían conducir a un mayor riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca y tener una muerte prematura.
El estudio de alcance mundial en el que participó la UDES, refleja que se presentó un aumento del 20% en los eventos cardiovasculares y en la muerte de personas que presentaron cuatro o más síntomas depresivos. Para este resultado, se analizaron los datos de más de 145 mil participantes de 21 países de ingresos altos, medios y bajos; de mediana edad y a quienes se les ha venido realizando un seguimiento durante un tiempo promedio de 9 años.
Para el caso de Colombia, el estudio incluyó a 7.500 personas de 11 departamentos para identificar los factores de riesgo, encontrando una relación en doble vía entre la depresión y la enfermedad cardiovascular. Según López-Jaramillo, “los pacientes con un evento cardiovascular presentan mayor porcentaje de síntomas depresivos y los pacientes deprimidos tienen una mayor incidencia de eventos cardiovasculares. Varias son las posibles causas que podrían explicar esta asociación, entre las que se destacan la mayor presencia de factores de riesgo comunes para las dos enfermedades como son el tabaquismo, la urbanización, y mecanismos como la inflamación de bajo grado y alteraciones en la regulación autonómica”.
Así mismo, López-Jaramillo explicó que los cambios en la rutina de vida y la ansiedad ocasionada actualmente por la incertidumbre producto del aislamiento social, y el temor al contagio de Covid-19 está aumentando el riesgo de presentar síntomas depresivos, especialmente en los adultos mayores. Por lo cual es fundamental realizar los esfuerzos necesarios para implementar con prioridad, programas dirigidos a cuidar la salud mental en estos tiempos de confinamiento.
Investigador Patricio López-Jaramillo, líder del estudio en Colombia y director científico del Instituto de Investigación MASIRA de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Santander.
En Colombia según los datos del Análisis de Situación de Salud (ASIS) publicado en el año 2019, entre 2005 y 2017 las enfermedades cardiovasculares fueron la primera causa de mortalidad en el país. A su vez, en el último año el infarto produjo el 53.3% de las muertes de los adultos, es decir, más de 38 mil fallecidos; el accidente cerebrovascular el 21.1%, que dejó como resultado cerca de 15 mil muertes y la hipertensión el 12.2%, con más 8 mil decesos. Según López-Jaramillo, esta situación está asociada a que más de la mitad de la población de adultos colombianos tiene sobrepeso y obesidad, dislipidemia, colesterol y triglicéridos altos, hipertensión y aumento del azúcar en la sangre.
De igual forma, el director científico del Instituto MASIRA de la UDES, comentó que “se ha identificado que los factores de riesgo para depresión y enfermedad cardiovascular afectan la producción de óxido nítrico, sin embargo, hay muchas otras teorías como la de un desbalance en la producción de catecolaminas. Sin duda, la explicación de esta asociación es todavía un campo a investigarse”.
Los resultados del estudio, publicado en la prestigiosa revista JAMA Psychiatry de la Asociación Médica Estadounidense (AMA), otorgan credibilidad a las políticas existentes por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), para integrar el tratamiento y la prevención de los trastornos mentales en la atención primaria.
Una de las conclusiones del estudio es que se necesita una mayor conciencia de los riesgos para la salud física asociados con la depresión, razón por la cual López-Jaramillo manifestó que “siendo los síntomas depresivos tan frecuentes en nuestra población es necesario que el primer abordaje de este factor de riesgo para enfermedad cardiovascular sea identificado, al igual que los otros factores de riesgo, inicialmente por el médico familiar o por el médico de atención primaria para definir si se debe referir al especialista o si puede ser manejado a nivel de atención primaria. Para esto es necesario que en los planes de estudio de los médicos familiares, así como en las escuelas de medicina, se refuerce la formación en salud mental”.
Finalmente, el estudio sugiere que es necesario implementar programas dirigidos a los grupos más vulnerables como son los sectores socioeconómicos de escasos recursos y socialmente excluidos, a través de políticas públicas amplias, con las cuales se promueva el bienestar mental y los comportamientos saludables, como parte de una estrategia integral para controlar las enfermedades no transmisibles.